CONFLICTO ENTRE EL SABER TECNOCIENTIFICO Y LA VIDA HUMANA
martes, 5 de marzo de 2013
Algunos ejemplos de Tecnociencia
ALGUNOS EJEMPLOS DE TECNOCIENCIA





lunes, 4 de marzo de 2013
Comienzan los conflictos
COMIENZAN LOS CONFLICTOS
un poco de historia
El desarrollo científico tecnológico es uno de los elementos de cambio más radicales del siglo XX.
Los adelantos que tuvieron lugar en el conocimiento científico desde las primeras décadas, desencadenaron a partir de los años cincuenta un proceso simultáneo de cambios en la ciencia, las tecnologías y el sistema productivo, cambios que a su vez hicieron posible la transformación de la vida social a escala planetaria.
Indudablemente, los cambios no surtieron efectos positivos sobre toda la población del planeta, pues se relizaron en un contexto de dominación capitalista mundial, pero a pesar de las discriminaciones y exclusiones, se puede afirmar la transformación de la vida planetaria, pues en ese período el liderazgo alcanzado por algunas naciones en varios rubros científicos y tecnológicos se expresó en liderazgos comerciales y hegemonismos políticos, y el avance científico-técnico marcó la pauta de desenvolvimiento de la sociedad mundial.
Los cambios que han tenido lugar afectan por igual a los seres humanos y su
proceso de vida; al conocimiento y sus formas de producción y reproducción, y han colocado a la sociedad mundial ante la alternativa de una nueva reconceptualización.
Para algunos, estamos entrando cada vez más en la sociedad del conocimiento, mientras que para otros, sería más adecuado referirnos a la sociedad contemporánea como sociedad del riesgo.
REFERENCIA:
“Ecología y sociedad. Selección de lecturas.” [Valdés Menocal, Célida (2005): Ecología y sociedad. Selección de lecturas, Editorial Félix Varela, La Habana.
sábado, 2 de marzo de 2013
Conflicto entre el saber tecnocientifico y la vida humana
La ambivalencia de los efectos a gran escala.
Las tecnologías actuales se caracterizan por su uso intensivo y masivo,
es decir, a gran escala y de modo universal en todo el planeta. Ello implica
cambios cualitativos en los efectos que produce.
A pequeña escala, por ejemplo,
el daño provocado por las emisiones de gases de las industrias y los automóviles
podría ser controlable, pero a medida que crecieron las ciudades y se
convirtieron en megalópolis como la Ciudad de México el aumento descomunal y
la concentración de esas emisiones han hecho de la contaminación atmosférica un
serio problema que hasta ahora no tiene solución.

El incremento de los riesgos y problemas reside en los
éxitos mismos de la tecnología, en su progreso incesante y acelerado,
pero también en el hecho de que la tecnología contemporánea se embarca en
empresas que no podrían fracasar; esto es, las tecnologías se encadenan, éxito
tras éxito, en una línea irreversible cuyo error o fracaso puede significar una
catástrofe mayúscula.
De este modo, los intereses positivos que motivaron el
surgimiento de muchas tecnologías se han revertido contra la sociedad misma, al
generarse problemas por el uso intensivo y el crecimiento descontrolado del
poder tecnológico.
El automatismo de la innovación tecnológica.
La tecnología contemporánea ha entrado en una fase de progreso casi
automático e ilimitado, en el que cada nuevo logro implica ya la necesidad de
dar un siguiente paso. Cada aplicación e innovación que se integra en el sistema
se convierte en una nueva necesidad social. A medida que se lanzan al mercado
nuevas tecnologías, se “encadenan” con las ya existentes haciendo más compleja
la red de conexiones y efectos dentro del sistema tecnológico mundial.
Así, pues, el poder tecnológico tiene una dimensión –por
primera vez en la historia- global y planetaria , pues sus efectos son
acumulativos y, en algunos casos, irreversibles. Por ejemplo, los desechos
radiactivos de las plantas nucleares que permanecen cientos e incluso miles de
años.
Lo que más preocupa de la situación actual es que la
responsabilidad humana se ha quedado corta ante los efectos tecnológicos, ya que
no posee los suficientes conocimientos científicos sobre todas las consecuencias
y porque, en muchas ocasiones, no es posible prever todos los efectos.

Hay,
pues, un desfase entre lo mucho que somos capaces de producir
tecnológicamente y lo poco que podemos conocer científicamente, y
por tanto, planear y prever hacia el futuro.
De este modo, el sistema
tecnológico parece progresar y expandirse de manera autónoma, al margen de las
regulaciones sociopolíticas.
El gran desafío ético de nuestro tiempo consiste en
formular regulaciones internacionales eficaces para prevenir y evitar los
efectos negativos de las tecnologías y, al mismo tiempo, para potenciar el uso
racional de las tecnologías necesarias para el bienestar de todo el mundo.
La expansión de la responsabilidad colectiva.
Como resultado del conflicto entre tecnología y vida humana, el valor
ético que se coloca en el primer puesto ahora es el de la responsabilidad
colectiva . El sistema tecnológico extiende cada vez más sus efectos en el
espacio y el tiempo, para bien y para mal, y, por ello, nos exige una nueva
responsabilidad social, que no sólo compete a los científicos y tecnológicos,
sino a todos los ciudadanos del mundo.
Pero además, el exceso de poder tecnológico impone al
ser humano la obligación de proteger y preservar la biodiversidad y los
equilibrios ecológicos del planeta. Así, pues, el creciente y expansivo poder
tecnológico han convertido en objeto de responsabilidad humana a la
naturaleza terrestre y, en particular, a la propia naturaleza del ser
humano.
El valor ético del conocimiento tecnocientífico.
En las actuales condiciones del desarrollo tecnológico, el saber
científico y tecnológico se ha convertido en una nueva necesidad ética
. Esto es, el conocimiento científico debe estar, en lo posible, a la par
de la capacidad transformadora de la tecnología. Es indispensable entonces
procurar el conocimiento de las condiciones y de los efectos futuros, probables
o potenciales.
Así, la ciencia y la tecnociencia tienen un nuevo
deber ético : vigilar el despliegue del poder tecnológico para
proteger a la humanidad misma de sus excesos y de sus posibles efectos negativos
y, al mismo tiempo, potenciar y expandir los beneficios de las tecnologías más
seguras, más limpias y más eficientes.
Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a apreciar las
tecnologías sólo por sus efectos inmediatos, sin reparar en las consecuencias a
futuro; nos dejamos llevar por las innovaciones tecnológicas que rápidamente se
extienden como una nueva “necesidad”, sin detenernos a pensar si los medios se
adecuan a los fines, y si no surgirán efectos negativos en su uso intensivo.
Quizá con el uso irracional de algunas tecnologías estamos solucionando
problemas inmediatos, pero gestando graves complicaciones para el futuro.
La emisión de estas ondas invisibles, se suma a la que
producen muchos otros artefactos electrónicos (televisores, computadoras,
copiadoras, incluso secadoras de pelo, etc.), a tal grado que algunos
científicos han hablado ya de una contaminación electromagnética,
invisible pero peligrosa porque se viene incrementando rápidamente en los
últimos años.
En cuanto más dependemos de una tecnología, son mayores
los riesgos de colapsos y catástrofes que no podríamos remediar a tiempo con
nuestros propios recursos tecnocientíficos, pues no acostumbramos planear
medidas de precaución o disponer de medios alternos. Así, los beneficios
inmediatos pueden convertirse en problemas muy costosos a largo plazo que
terminen por pulverizar los logros de la civilización tecnocientífica.

Esa privatización de la tecnociencia
entra en contradicción con el valor público de la ciencia y el valor de
utilidad social de la tecnología. En el mundo actual, la tendencia del desarrollo
tecnológico parece ir en sentido contrario: los beneficios se privatizan, sólo
acceden a ellos quienes tienen el poder económico para pagarlos, mientras que
los daños y riesgos se extienden a todas las sociedades y afectan mayormente a
los más pobres, es decir, a los que menos disfrutan de los beneficios del
desarrollo tecnocientífico.
Por otro lado, no existen condiciones ideales para el
desarrollo o aplicación de las tecnologías, pero debemos valorar socialmente
cuáles son las mejores condiciones; en esto podemos señalar tres valores:
- La publicidad.
- La precaución.
- La responsabilidad.

Las tecnologías deben ser públicas puesto que los
efectos o los daños perjudican a todos. La gente debe tener suficiente
información sobre los riesgos y los problemas que implican el uso masivo de
ciertas tecnologías, debe también poder decidir si está de acuerdo en asumir
riesgos, como vivir cerca de una central nuclear, o bañarse en aguas donde se
descargan por toneladas desechos orgánicos e industriales.
La información de seguridad sobre las tecnologías debe
ser pública para poder exigir responsabilidad a los diseñadores, los
fabricantes, los operarios y los dueños de los sistemas y artefactos.
Pero muchas veces no es posible saber qué tipo de
efectos se producirán, y si éstos serán dañinos. Los efectos negativos pueden
ser accidentales y no intencionales, sobre todo en un sistema tan complejo como
el de nuestro mundo tecnológico.
Tecnociencia en acción
LA TECNOCIENCIA EN ACCIÓN
La investigación tecnocientífica se ocupa, cada vez más, de procesos provocados y controlados en los laboratorios por el mismo investigador como efectos reproducibles de construcciones que, a su vez, son resultados tecnológicos de producción científica, tales como generadores eléctricos y radioactivos, aceleradores de partículas, láseres o recombinados de ADN.

Procedimientos tecnológicos y tratamiento teórico están estrechamente entrelazados en la investigación y el desarrollo tecnocientíficos de laboratorio, que se basan, característicamente, en la construcción experimental, en la descomposición y aislamiento de elementos y en la manipulación, reemplazo y
recombinación, con el fin de reproducir a voluntad y controlar completamente los procesos deseados mediante la eliminación de perturbaciones en las disposiciones experimentales.
Así, el análisis y sistematización teórica de las propiedades físicas de los materiales en términos de átomos, partículas elementales y estructuras atómicas se entrelaza con la física atómica experimental en lo que son las tecnologías nucleares, de la misma forma que, en química, las teorización de las propiedades químicas en términos de estructuras moleculares es inseparable y está al servicio de tecnologías de síntesis química.
Las disciplinas de la física y de la química contemporáneas no son fundamentalmente otra cosa que nuevas tecnologías, es decir, tecnociencias.
Desde principios de siglo la metodología y las teorías físico-químicas se van transfiriendo al campo de la investigación biológica, donde se quiere encontrar, detrás de la diversidad de los logros y capacidades operativas de la nueva biología tecnocientífica, los últimos componentes que -al igual que los átomos en la física- puedan presentarse teóricamente como los responsables de las propiedades orgánicas.
De esta forma se llegan a descubrir los genes y las estructuras genéticas y se desarrolla la biología molecular, con la consiguiente avalancha de las nuevas biotecnologías y la ingeniería genética.

Como dice el famoso físico von Weizsacker, una ley natural “es, cada vez más, una descripción de la posibilidad y del resultado de experimentos—una ley de nuestra habilidad para producir fenómenos”. Las regularidades investigadas de forma experimental y controladas cuantitativamente, se provocan, mantienen y reproducen tecnológicamente y cada procedimiento e instrumento de medida es, en definitiva, un producto tecnológico.
Las elaboraciones teóricas más abstractas de los diversos resultados de la investigación se extrapolan para interpretar procesos naturales, cósmicos o sociales al margen de cualquier control experimental del investigador.
La capacidad de dominio tecnológico se sublima, en último extremo, como explicación teórica de la naturaleza y del cosmos.
Las extrapolaciones teóricas recurren, como justificación, a las leyes científicas,
que el investigador, presuntamente, descubre en su búsqueda de la verdad.
Estas, constatadas en las disposiciones experimentales, rigen para cualquier otro dominio sin limitaciones temporales.

El discurso legalista en la ciencia es el resultado y origen de trascendentales mistificaciones, a las que han sucumbido grandes científicos,como el propio
Einstein.
“¿Pero cuál puede ser el interés de llegar a conocer una porción de la naturaleza
tan pequeña en forma exhaustiva, mientras se deja de lado, con cautela y timidez, todo lo que implique mayor sutileza y complejidad? ¿El producto de tales esfuerzos modestos puede recibir la orgullosa denominación de teoría del universo?
Mediante esas leyes sería posible llegar a la descripción o sea, la teoría de todo proceso natural incluyendo la vida a través de la pura deducción, si ese proceso de deducción no estuviera más allá de la capacidad del intelecto humano.

La tarea fundamental del físico consiste en llegar hasta esas leyes elementales y universales que permiten construir el cosmos mediante pura deducción.”
A la interpretación legalista de la tecnociencia subyace, entre otras cosas, la
concepción estándar tradicional, que la concibe fundamentalmente como teorías.
En los actuales Estudios de Ciencia y Tecnología la ciencia se muestra, por el contrario, como una práctica, la práctica del entramado de la producción tecnológica y teórica.

La interacción entre teorización y producción tecnológica en el seno de la
investigación tecnocientífica, da lugar a las nuevas tecnologías, es decir, tecnologías desarrolladas o perfeccionadas con la ayuda de procedimientos teóricos.
La relevancia operativa de la ciencia no reside en sus productos teóricos, sino en su producción tecnológica. De la ciencia no se aplican sus teorías, como quieren hacer creer algunos filósofos de la ciencia, sino directamente sus tecnologías o sea, el saber operativo, las capacidades y los artefactos tecnológicos desarrollados y teorizados en la investigación científica.
La clave del éxito tecnológico de la ciencia reside en que las teorías científicas teorizan, precisamente, técnicas exitosas. La verdad de la representación teórica
corresponde a la efectividad operativa.
El desarrollo tecnocientífico de la investigación tiende a expandirse a todos los
ámbitos de producción de saber. La producción tecnológica resultante lleva el sello de la asimilación tecnocientífica, pues en el proceso de tecnocientificación no sólo se transfieren los modos de producción tecnológica sino que el dominio asimilado es, a su vez, objeto de teorización en el marco tecnocientífico.
Es decir, junto con la transferencia tecnológica de los procedimientos e instrumentos de producción tecnocientífica se da una extrapolación teórica o teorización del dominio asimilado en el marco teórico de la tecnociencia dominante.
Los nuevos procedimientos tecnológicos llevan consigo nuevos tratamientos teóricos y juntos dan lugar a nuevas tecnologías, como es el caso de la biología molecular y la ingeniería genética.
Extrapolaciones teóricas ocurren asimismo entre campos diversos dentro de un
mismo dominio, dando origen a superteorías científicas que integran y articulan
teorizaciones de nivel inferior.
Una determinada superteoría puede llegar a ser
prepotente y constituir un proceso de expansión teórica, como en el caso de la mecánica newtoniana.
Dicha expansión teórica escolta, de forma más o menos manifiesta,
procesos de transferencias metodológicas y tecnológicas. En este contexto juegan un papel determinadas superteorías que sirven para justificar la asimilación en cuestión y lograr una aceptación social de la nueva
producción tecnológica frente a posibles resistencias.
Este tipo de construcciones teóricas, más que un carácter propiamente científico, constituyen extrapolaciones y superteorías filosóficas, dado que no representan ni articulan contenidos tecnológicos, ni tampoco se derivan de ellas tecnologías específicas, a no ser técnicas retóricas destinadas a cambiar la conciencia social.
Sin embargo, al basarse en la supuesta valideuniversal de determinadas teorías científicas, que presuntamente autorizaría cualquier extrapolación teórica o transferencia tecnológica, las legitimaciones superteóricas del desarrollo y de la
aplicación de nuevas tecnologías están invirtiendo exactamente los términos.
La innovación tecnológica es el contexto del cambio científico teórico. Ahora bien, si las teorías científicas resultan de la teorización de realizaciones tecnológicas entonces difícilmente pueden constituirse en la legitimación de estas últimas.
REFERENCIAS:
Medina M.1985. De la techne a la tecnología. Valencia: Tirant lo Blanc.
Medina M.1992 “Nuevas tecnologías, evaluación de la innovación tecnológica y gestión de riesgos”, en Sanmartín, J./Medina, M. (eds.) Estudios sobre sociedad y tecnología.
Barcelona: Anthropos.
Tecnociencia, Universidad de Barcelona, Manuel medina
miércoles, 27 de febrero de 2013
Efectos Negativos del Conflicto entre el Saber Tecnocientifico y la Vida Humana
Muchas veces no es posible saber qué tipo de efectos se producirán, y si éstos serán dañinos. Los efectos negativos pueden ser accidentales y no intencionales, sobre todo en un sistema tan complejo como el de nuestro mundo tecnológico.
Por consiguiente, las tecnologías que potencialmente encierran riesgos enormes que no podrían ser controlados o remediados no deberían ser aceptables.

En algunos casos, sería mejor renunciar a ellas. Mucho se ha debatido, por ejemplo, sobre el uso de la energía nuclear. Después del accidente de Chernobyl en 1986 muchos científicos piensan que el manejo de esta industria (sobre todo los desechos radioactivos, que son indestructibles y se tienen que almacenar en la tierra o en el fondo de los océanos, con el riesgo de contaminar el subsuelo y el agua) es demasiado grande, mientras que los beneficios no llegan a ser significativos.
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Efectos Negativos en el Medio Ambiente |
La tecnociencia debe actuar con prudencia buscando (con fundamento en los conocimientos científicos que se disponen) dónde residen y cuáles son los riesgos potenciales y actuales que habría en la aplicación de artefactos y sistemas tecnológicos. La precaución indica que si existen indicios de posible daños a la naturaleza o a la salud humana, una tecnología debe ser re-diseñada o retirada de la aplicación.

Como consecuencia de la incertidumbre en que se desarrolla la tecnología, se generan y generarán muchas controversias de valores entre diversos grupos sociales, a veces enfrentados. Estas controversias sobre el uso de tecnologías se han convertido en un nuevo problema global para la política. Puesto que no contamos, en la mayor parte de los casos, con información científica contundente, y que confirme que no hay riesgos mayores o que los peligros son inminentes, tenemos que discutir ampliamente a fin de llegar a acuerdos razonables.
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Para que estos acuerdos sean justos deben basarse en principios universales: la responsabilidad, la prudencia, la precaución y la seguridad, en equilibrio con la utilidad, la eficacia y la eficiencia. No hay que perder de vista que el interés fundamental por el desarrollo de las tecnologías es la utilidad social. Para tomar decisiones tecnológicas en una sociedad democrática no es suficiente con la opinión de los expertos, sino que también deben participar los directamente afectados y todos aquellos que tengan interés en el desarrollo de una tecnología. Sin embargo, para que la sociedad pueda fundar sus opiniones y sus posiciones, debe contar con la información básica, y ello sólo es posible con base en una cultura científica general que se obtiene en la escuela y que difunden los medios de comunicación.
Por tanto, la responsabilidad social de los científicos y tecnólogos consiste en investigar lo más posible sobre los efectos, daños reales o potenciales y riesgos de las tecnologías, ofrecer información confiable a la sociedad y advertir a tiempo cuando existan posibilidades de riesgos inminentes o de problemas que el resto de la comunidad desconoce.
La vida cotidiana del hombre en épocas anteriores
cambió sólo a través de procesos en su mayor parte dilatados en el tiempo. Las
generaciones incorporaron a su desenvolvimiento cotidiano lo nuevo, dentro de marcos
precisos de conservación de lo anterior.
Lo novedoso e innovador se adoptó siempre con
lentitud y recelo, pues resultaba sospechoso como portador de incertidumbre y cambio
en dirección desconocida. Esto es perfectamente compatible con el designio más profundo
de la cotidianidad garantizar la producción y reproducción de la vida humana.
La creatividad estaba circunscrita en su mayor parte a un conjunto de actividades específicas, y su salida como saber y productos hacia la vida cotidiana debía someterse y estaba regulado por los mecanismos de realización ya asentados, entre los cuales las costumbres desempeñaban un papel relevante.
![]() |
Conocimientos Adquiridos |
Los nuevos conocimientos adquiridos por el hombre,
el desarrollo de nuevas formas productivas a partir de la ciencia y la tecnología,
la ampliación de los flujos informativos; la inclusión de todo esto en la vida
cotidiana en forma de objetos e instrumentos, conocimientos y modos de vida transformados,
han hecho hoy día el cambio preferible a la estabilidad, y elevado el valor
social de la novedad y la creatividad.
Esta modificación de la vida cotidiana en dirección
a la preferencia por el cambio podría entenderse como un progreso, una ventaja,
un hecho novedoso positivo. Ello sería totalmente cierto, si no se tratase de
un proceso en el cual la opción por el cambio y la instrumentación del saber se
han convertido en amenaza para la propia vida, y no sólo la humana. Desde la
revolución industrial, pero sobre todo a partir de la revolución científico
técnica en la década del cincuenta del siglo XX, el saber científico y
tecnológico, los modos de ser, conocer y actuar de la ciencia y la tecnología,
han subvertido la vida cotidiana como proceso material y espiritual de vida.
Como proceso material, la vida cotidiana ha sido dotada de nuevos instrumentos que potencian
las capacidades humanas, cambian la vida de las personas, a la vez que la hacen
dependiente del conocimiento y los nuevos productos del saber que han de
revolucionarla también en el futuro. Formas ancestrales del hacer de la vida
humana desaparecen, envueltas en un constante proceso de cambio, homogeneización
y creación de dependencias.
La vida cotidiana se subvierte mediante la destrucción de las formas de vida y la instrumentación de un modo material único de realización de la vida. La subversión material de la vida cotidiana por los productos del conocimiento y la tecnología, ha conducido a la mejora de las condiciones de vida de una parte significativa del mundo, pero este no es el único resultado.
La estandarización de la vida humana y la pérdida
de la socio-diversidad son resultados igualmente notables, aunque absolutamente
destructivos, e indeseables.
La cotidianeidad subvertida tiende a hacerse única
y dependiente de elevados consumos de Naturaleza, lo que incrementa su
fragilidad. La perdida acelerada de la socio-diversidad parece una carrera
desenfrenada en busca de estados sociales de homogeneidad y equilibrio.
Pero en términos de vida y sociedad homogeneización
y equilibrio son equivalentes a la muerte.
Como proceso espiritual, la vida cotidiana se subvierte mediante la destrucción de las costumbres
y la instrumentación de un modo ideológico único de realización de la vida.
Mediante una inversión valorativa, el trabajo se
reduce al empleo, el amor al sexo, la salud a la enfermedad, la calidad de vida
al bienestar, la familia a su vida económica, la persona al individuo.
La homogeneización conduce a un empobrecimiento mayor de la diversidad espiritual humana, a la exclusión y marginación del otro. También a la aparición de acciones y una serie de cuestionamientos existenciales ávidos de respuesta. Uno de los efectos más importantes de la subversión material y espiritual de la vida cotidiana por la ciencia ha sido la activación del hombre común como sujeto social y epistémico. A diferencia de épocas anteriores, donde el hombre común podía ser caracterizado como parte de una masa más o menos homogénea, el desarrollo de los flujos informativos, la elevación de los niveles de conocimiento e instrucción, han conducido al surgimiento de nuevas demandas y una participación más activa de las personas, que ahora se cuestionan el avance científico tecnológico y presentan demandas concretas.
El mayor activismo social, expresado en el movimiento ambientalista, por ejemplo, no es una consecuencia sólo de la aparición de nuevos problemas, o de un mayor nivel cultural y de comprensión por parte de los ciudadanos.
Como consecuencia del conjunto de cambios introducidos por la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana, el hombre común ha cambiado su percepción de los problemas y ha incrementado su nivel de participación no sólo en la presentación de nuevas demandas, sino también en la búsqueda de las soluciones a los problemas.
La homogeneización conduce a un empobrecimiento mayor de la diversidad espiritual humana, a la exclusión y marginación del otro. También a la aparición de acciones y una serie de cuestionamientos existenciales ávidos de respuesta. Uno de los efectos más importantes de la subversión material y espiritual de la vida cotidiana por la ciencia ha sido la activación del hombre común como sujeto social y epistémico. A diferencia de épocas anteriores, donde el hombre común podía ser caracterizado como parte de una masa más o menos homogénea, el desarrollo de los flujos informativos, la elevación de los niveles de conocimiento e instrucción, han conducido al surgimiento de nuevas demandas y una participación más activa de las personas, que ahora se cuestionan el avance científico tecnológico y presentan demandas concretas.
El mayor activismo social, expresado en el movimiento ambientalista, por ejemplo, no es una consecuencia sólo de la aparición de nuevos problemas, o de un mayor nivel cultural y de comprensión por parte de los ciudadanos.
Como consecuencia del conjunto de cambios introducidos por la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana, el hombre común ha cambiado su percepción de los problemas y ha incrementado su nivel de participación no sólo en la presentación de nuevas demandas, sino también en la búsqueda de las soluciones a los problemas.
Esta nueva situación demanda a la ciencia y la tecnología en
sus representantes, científicos y tecnólogos, un diálogo y constante comunicación
con la ciudadanía tanto en la búsqueda de soluciones a los problemas nuevos que
se plantean, como en la conceptualización misma de los problemas.
Esto quiere decir, que se está comenzando a producir un nuevo diálogo entre sectores sociales antes separados por el velo del desconocimiento atribuido a la vida cotidiana y el sentido común, y el conocimiento verdadero, atribuido a la ciencia. En lugar de la contraposición entre científicos y no científicos, se está abriendo la época del diálogo humano multilateral en busca de soluciones a los problemas de naturaleza global que el propio desarrollo científico-técnico está planteando ante la humanidad.
Esto quiere decir, que se está comenzando a producir un nuevo diálogo entre sectores sociales antes separados por el velo del desconocimiento atribuido a la vida cotidiana y el sentido común, y el conocimiento verdadero, atribuido a la ciencia. En lugar de la contraposición entre científicos y no científicos, se está abriendo la época del diálogo humano multilateral en busca de soluciones a los problemas de naturaleza global que el propio desarrollo científico-técnico está planteando ante la humanidad.
Por eso no es difícil observar en la actualidad como pueden confluir en
un foro ambiental, o contra la guerra, especialistas científicos, activistas
políticos y sociales, junto a los miembros de organizaciones comunitarias que
de conjunto están replanteando los problemas que tiene ante sí la humanidad.
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